Algo anda mal entre los medios y su audiencia. Mientras los primeros insisten en atizar la hoguera de los conflictos políticos y sociales, la segunda prefiere retozar en el diván de la información frívola y fugaz, que poco exige a la reflexión y el análisis. Lo que quieren es distracción.

Hace ya mucho tiempo que la opinión pública –lo que la gente piensa o cree- no corresponde necesariamente a la opinión publicada –lo que los medios dicen-. Y esta diferencia aleja cada vez más a los lectores de los temas realmente importantes, del debate de conciencias, entronizando a las secciones de espectáculos, deportes y curiosidades de la gente común.

Por ejemplo, ayer los medios nacionales concedieron espacios importantes al debate epistolar de dirigentes partidistas y su opinión sobre la reforma energética; el impacto del aumento a las tarifas de los combustibles; a las consecuencias de las movilizaciones de la CNTE en Oaxaca y a una serie de actos violentos en la ciudad de México, entre ellos, el brutal asesinato de una modelo colombiana.

¿Cuál se estos temas fue el que atrapó la atención de los lectores? Ninguno. Los lectores de El Universal dieron un repaso a la foto de Sharon Stone y su espectacular figura a los 58 años, a las vacaciones del presidente Peña Nieto, datos curiosos sobre la vida de Hillary Clinton y a la muerte de la joven caleña.

Por su parte, cibernautas de Excélsior dedicaron sus ratos de ocio para saber sobre la explosiva noticia de que Isabel Madow –aquélla nacha que Brozo lanzó al estrellato- será mamá, que hay un tipo que capturó a todos los Pokemones y se va de paseo por el mundo, la misma noticia de Sharon Stone y las relamidas fotos de Playboy en español. En eso se interesan hoy los mexicanos.

Basta saber, por ejemplo, que la nota más leída en el sitio web de El Universal durante 2015 fue nada menos que… ¡la muerte del Perro Aguayo!; esa nota tuvo poco más de un millón de visitas en un solo día, una cantidad superior en cinco veces al momento en que se dio a conocer la muerte de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, en aquélla noche maldita de Iguala.

Sin duda, hay una seria crisis de contenidos. Muchos medios ejercen sus propios criterios informativos que en la mayoría de los casos no responden al interés del lector, sino a su propia circunstancia. Así, entre la chatarra política y la chatarra del morboso mundo del espectáculo, la audiencia sigue prefiriendo la segunda.

Tal vez ello explique el autismo que por momentos viven las autoridades y sus opositores, quienes suponen que los ciudadanos no se enteran –o no se quieren enterar- más que de chismes de farándula… y eso les ofrecen.

Por supuesto, no se sugiere que los medios se rindan ante la información dura y ofrezcan sólo chatarra a sus lectores. Al contrario, se debe seguir impulsando un periodismo de investigación que agite las mentes y la indignación ante lo reprobable, se debe discutir, analizar y proponer; se debe ofrecer herramientas para los mexicanos que siguen peleando porque las cosas cambien.

Y en la aldea sucede lo mismo. Ríos de tinta corren para alimentar la agria disputa entre los dos principales actores políticos del estado. No hay medias tintas. Unos y otros asumen que ganarán la simpatía y el apoyo de pléyades de ciudadanos que esperan con ansias que empiece el nuevo día para dejar en desabasto todos los estanquillos que encuentran a su paso.

¿Alguien realmente ha medido con rigor metodológico lo que piensan los veracruzanos de este lamentable vodevil?

A la gente cada vez le gusta menos la política. Y no le gusta por lo que ve, por lo que oye. Y eso parecen no entenderlo ni la clase política ni los medios, a los cuáles les regodea mirarse entre sí.

La del estribo…

Taxistas de Coatzacoalcos dejan de prestar servicio a las once de la noche a causa de la delincuencia; ganaderos del sur anuncian la creación de grupos de autodefensa; en Minatitlán y Coatzacoalcos paralizan servicios de salud por violencia; repuntan en municipios del sur ejecuciones y secuestros… ¿y la Gendarmería apá?