No todas las manifestaciones, plantones, bloqueos, son vistos con buenos ojos por la ciudadanía, porque implican conflictos vehiculares, retrasos, cierre de accesos, riesgos por encuentros violentos, basura, desechos fétidos, espectáculos penosos.

No podemos comparar objetivos o causas entre los ejemplos que se nos vengan a la cabeza, el que usted quiera; algunos movimientos han costado la vida de manifestantes, como pasó recientemente en Oaxaca, lo que es muy diferente a los movimientos politiqueros que ahorcan el tiempo de los xalapeños en horas pico a cambio de dádivas gubernamentales que enriquecen los bolsillos de líderes, mercenarios de causas sociales, explotadores de las necesidades más básicas de las comunidades veracruzanas.

En el contexto mundial hay mucho también de qué hablar, las manifestaciones recientes en Brasil pusieron entre la espada y la pared a su última presidenta; en Egipto un movimiento social llevado a las calles derrocó al régimen opresor. Esos dos ejemplos, de varios más, parecen sacados de un libro de historia, pues nos recuerdan que en un mundo lleno de tecnología y modernidad el poder de la masa en las calles es incalculable.

Considerando esa historia hay que recordar episodios que prácticamente han cambiado al mundo: El 12 de marzo de 1930, Mahatma Gandhi comenzó una caminata de 390 kilómetros para protestar contra el imperio británico. Londres había instaurado un impuesto sobre la producción y la venta de sal en la India. Durante los 23 días de caminata, Gandhi pronunció multitudinarios mítines donde utilizaba este impuesto como ejemplo de la injusticia colonial. Miles de jóvenes se unieron a la protesta.

La marcha convirtió a Ghandi en una referencia política mundial y desencadenó la primera ola de desobediencia civil masiva contra el poder británico. Sería necesaria aún una lucha de más de 17 años para que la India obtuviese finalmente su independencia.

Los estudiantes del barrio negro de Soweto salieron a la calle cuando el gobierno sudafricano instauró una ley que obligaba a que la mitad de la enseñanza se realizase en lengua afrikáans. El gobierno respondió con dureza, asesinando a cientos de jóvenes.

Esta protesta significó el comienzo de la lucha organizada contra el Apartheid, aglutinada en torno al “Congreso Nacional Africano” de Nelson Mandela. En recuerdo de los hechos en Soweto, cada el 16 de junio se celebra en Sudáfrica el “Día de la Juventud”.

Cansadas de una guerra que había cobrado más de 50 mil vidas, las mujeres de Liberia forzaron un acuerdo de paz entre el gobierno y las dos fuerzas rebeldes.

La activista Leymah Gbowee Gbowee fue galardonada con el Nobel de la Paz en 2011 y, ese mismo año, Liberia se convirtió en el primer país africano que eligió a una mujer como presidenta del gobierno.

Durante las últimas décadas del siglo XIX algunas activistas norteamericanas habían comenzado a organizarse para reclamar el derecho de las mujeres a votar.

Desde el 10 de enero de 1917, las sufragistas decidieron concentrarse diariamente frente a La Casa Blanca. Sus protestas no tuvieron apenas repercusión durante los primeros meses, pero el 20 de junio de 1917 estalló el escándalo. Durante la visita de una delegación rusa a La Casa Blanca, las sufragistas exhibieron una pancarta que decía: “Nosotras, las mujeres de Estados Unidos podemos afirmar que Estados Unidos no es una democracia. A los 20 millones de mujeres que vivimos aquí se nos niega el derecho al voto”. Más de 200 activistas fueron detenidas.

Aquella protesta hizo el movimiento visible a nivel nacional. El gobierno de Estados Unidos se había embarcado en la Primera  Guerra Mundial y exigía a las mujeres unirse al esfuerzo de guerra. “¿Entonces por qué no podemos votar?”, respondieron las feministas.

El presidente Wilson, que hasta entonces se había opuesto al sufragio femenino, cambió su postura en 1918. Al año siguiente el Congreso aprobó la Enmienda 19 a la Constitución, que prohíbe la discriminación de voto por razón de sexo.

¿Se puede cambiar al mundo? Sí, antes de que el mundo nos cambie. ¿Qué falta? Unión, un ejemplo de ello es la causa por la que las y los veracruzanos decidieron optar por la alternancia en la última elección a gobernador.

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