Al dirigente estatal del PRI, Amadeo Flores Espinosa, no le falta trabajo por hacer. La contienda electoral ha terminado pero, antes de enfrentar procesos de impugnación ante el Tribunal electoral para tratar de recuperar alguna elección de diputado local (además de la que está en filo por la de Gobernador), él y sus correligionarios deben digerir una seria advertencia legada por el reciente proceso: el PRI debe desprenderse lo más pronto posible de todos esos cuadros políticos heredados de la Fidelidad, incluido el gobernador Javier Duarte de Ochoa, que le han representado un pesado lastre.

Y debe hacerlo cuanto antes, sea Amadeo Flores o quien lo sustituya según lo decida el nuevo grupo que ha de tomar el poder del PRI, antes de pensar en emprender la próxima elección, la de 2017, cuando se elijan alcaldes, síndicos y regidores, cuyos preparativos están a la vuelta de la esquina y le representarán un reto mayúsculo, tomando en cuenta el crecimiento y fortalecimiento de Morena y la posibilidad de que el PAN aproveche el impulso que le dieron los resultados obtenidos el pasado 5 de junio.

Por lo pronto, Héctor Yunes Landa sigue en calidad de líder moral del priismo veracruzano, pero tan pronto como se resuelvan los recursos interpuestos ante el tribunal electoral, su figura irá languideciendo al grado de que tendrá que retirarse o, al menos, hacerse a un lado para que comience de inmediato su ruta rumbo a la candidatura al Gobierno de 2018 el senador José Francisco Yunes Zorrilla.

Ese había sido el trato, primero Héctor para la de dos años y luego Pepe Yunes para la de seis en 2018. Es por ello urgente de Yunes Zorrilla tome el poder del partido y sus organizaciones y, en su liderazgo, deberá imponer un mando inteligente, un manejo incisivo en la estructura territorial y sectorial, un trato negociador con las diferentes fuerzas al interior del PRI y una actitud severa ante quienes por su comportamiento incluso delictivo hicieron que el otrora poderoso partido haya perdido la gubernatura y se haya convertido en la segunda minoría en el próximo Congreso local.

Y es que el PRI no quiere mantenerse más de dos años en la oposición en Veracruz. A las desgracias sufridas por miles de sus dirigentes y militantes durante la dictadura fideliana, que los desplazó, bloqueó o exilió, ahora que tenían oportunidad de participar políticamente en la estructura de gobierno, deben aguantar hasta 2018 para ver si lo logran con José Francisco Yunes Zorrilla.

Y Pepe Yunes debe hacerlo lo más pronto posible, porque desde Barcelona, el cónsul Fidel Herrera Beltrán busca ya imponer en el partido a sus huestes, desplazar todo lo que representa el yunismo rojo, parapetarse tras la estructura partidista para torpedear a su archienemigo Miguel Ángel Yunes Linares, hacer pingües negocios con las candidaturas municipales que estarán en juego el domingo 4 de junio y fortalecer a uno de sus coroneles para que sea el candidato a Gobernador e, incluso, apuntalar a su hijo Javier Herrera Borunda para lanzarlo al estrellato, posiblemente enfrentando a un posible candidato panista Miguel Ángel Yunes Márquez, y repetir la insana confrontación.

Debe tener efectos la derrota priista

Y es que para que la derrota del PRI a manos del PAN tenga un efecto positivo no solo para el priismo sino también para los veracruzanos, hace falta que los priistas logren maniatar a la corriente más perniciosa, la que ha convertido a Veracruz en un verdadero desierto, sin la menor posibilidad de desarrollo: la representada por Fidel Herrera Beltrán, continuada por Javier Duarte de Ochoa.

La primera batalla está próxima. Una vez concluido el proceso electoral de este año, que seguirá hasta obtener respuestas a las impugnaciones que presente el PRI en tribunales electorales, Felipe Amadeo Flores Espinosa deberá entregar la dirigencia estatal priista a un nuevo o una nueva dirigente, que deberá trabajar bajo el liderazgo político de Pepe Yunes con miras a las elecciones municipales del próximo año y la decisiva batalla para un gobierno estatal de 6 años en 2018.

¿Quiénes suenan como los personajes fuertes que pueden darle un empuje definitivo a Pepe Yunes? Solo dos dirigentes de sectores pueden aportar el enorme empujón que requiere el peroteño para rearmar a un ejército disperso en infinidad de mandos, justo uno de los errores de la campaña hectorista. Los demás sectores actuaron realmente de manera anecdótica, como los dirigentes sempiternos del sector obrero.

¿Cuáles son esos sectores y sus dirigentes?: el sector popular, que es dirigido por la multifacética senadora Érika Ayala Ríos (quien podría regresar a cumplir al cien por ciento con sus cargos en la entidad si Héctor Yunes decide retornar al Senado), y el sector campesino, liderado por una de las figuras más fuertes y emblemáticas del nuevo priismo, Juan Carlos Molina Palacios, quien le ha imprimido un fuerte dinamismo al sector campesino y, pese a que llegó a una casi moribunda Liga de Comunidades Agrarias en septiembre pasado, le bastaron entre siete y ocho meses para hacerla competitiva electoralmente, aunque no alcanzó para dar el triunfo a Héctor Yunes.

Hay muchas voces dentro del PRI que se atreven a señalar que su partido debe ser dirigido ahora por una mujer, y todas las miradas se enfocan en la también dirigente del sindicato del sistema de colegios de bachilleres, Érika Ayala Ríos, quien puede darle la frescura y la vitalidad que encaja perfectamente con el estilo de Pepe Yunes.

Lo cierto es que los zopilotes ya vuelan en círculos sobre el edificio de la avenida Ruiz Cortines en Xalapa. Ya soltaron el borrego de que podría venir a dirigirlo el mismísimo Fidel Herrera Beltrán mientras que, por su parte, el diputado federal Jorge Carvallo Delfín, quien ya fue dirigente estatal, ha hecho circular entre columnistas afines que vendrá a buscar la máxima cartera del que será el principal partido de la oposición en Veracruz.

¿Les alcanzará a los Yunes priistas la fuerza y el respaldo del PRI nacional, así como del gobierno federal, para que conduzcan con un solo mando los destinos del PRI para fortalecerlo con miras no solo de la elección municipal sino principalmente a la madre de todas las batallas, la de 2018, en que estarán en juego la Presidencia de la República, el Congreso de la Unión (Senado y diputados federales), el Gobierno del Estado y el Congreso local?

Ya lo veremos muy pronto, si no se dejan engañar por el de Nopaltepec.

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