Por el temor a una derrota que le sacara prematuramente de la carrera por la presidencia municipal de la capital del estado en 2017 (su principal objetivo a mediano plazo); por la desconfianza en la estructura electoral del blanquiazul en Xalapa, todavía en manos del candidato del Partido Encuentro Social al gobierno del estado, Víctor Alejandro Vázquez Cuevas; y por el costo económico que implicaba la campaña a la diputación local por el distrito 11, Cinthya Lobato Celderón estuvo a punto de renunciar a la candidatura de la alianza PAN-PRD por mayoría relativa, conservando únicamente la cómoda posición plurinominal que le asegura un espacio en la próxima legislatura estatal.

Incluso, después de su registro ante el Organismo Público Local Electoral, efectuado el pasado 25 de abril, Lobato Calderón evaluaba su salida de la contienda; su plan “b” era impulsar a Mariana Aguilar López, mujer combativa e identificada con las corrientes de izquierda.

De acuerdo con versiones que circularon entre sus colaboradores cercanos, el círculo más próximo a la abanderada panista sugería no hacer campaña, sino esperar el resultado con la certeza de que, sin importar lo que ocurriera en la contienda para gobernador, ella llegaría a la diputación local y de ahí se catapultaría a la candidatura por la presidencia municipal; en pocas palabras, jugar con el score.

Por supuesto, al interior del blanquiazul y, sobre todo, frente al dirigente y al candidato al gobierno estatal, Cinthya Lobato no podía esgrimir los argumentos relacionados con la posible derrota porque ello le dejaría en una posición vulnerable rumbo a 2017; por otro lado, el tema económico habría quedado resuelto con varios millones de pesos y, de esa manera, su abandono de la contienda fue abortado.

Ahí comenzó su primer problema, porque Lobato Calderón perdió tiempo valioso en resolver sus dudas sobre la postulación por mayoría relativa; en pocas palabras, mientras la hija del extinto senador José Luis Lobato Campos dedicaba tiempo a tomar esas decisiones, los demás contendientes se apresuraron a iniciar sus actividades proselitistas porque sólo contaban para ello con 30 días: el priista Adolfo Toss Capistrán, por ejemplo, saca todo el jugo posible a su paso por el DIF municipal y aprovecha las relaciones de su mentor político, el diputado local Ricardo Ahued Bardahuil; por otro lado, ha desplegado una contundente campaña en medios masivos y alternativos, así como el redes sociales.

Por su parte, Tania Carola Viveros, del Movimiento de Regeneración Nacional, realiza un activismo discreto, pero muy efectivo, y cuenta con el impulso de un partido que tiene una indiscutible presencia en la capital del Estado y particularmente entre la comunidad universitaria; en esta capital, la simpatía ciudadana por Morena es evidente.

Por si fuera poco, en este distrito también contiende Rubén Ricaño Escobar, del Movimiento Ciudadano, quien tiene discurso, sobrada capacidad y fuerte presencia en un importante sector de la sociedad xalapeña.

Es ahí donde surge un segundo problema para la candidata de la alianza “Para Rescatar Veracruz” por el distrito XI de Xalapa: no puede presentar, como único argumento para pedir el voto de los xalapeños, el peso del incuestionable prestigio familiar en los ámbitos social y empresarial.

Analistas de la actividad política de la capital veracruzana nos comentan que a estas alturas, después de participar como candidata en dos procesos electorales, Lobato Calderón ya debería saber que agitando banderitas en la Plaza Lerdo no se gana una contienda. De igual manera, si la estructura electoral que pretende utilizar sigue en manos ajenas a sus intereses, lo predecible es que ocurra algo muy parecido a lo que pasó en la elección municipal de 2007, cuando el priista David Velasco Chedraui prácticamente le pasó por encima, 72 mil 898 votos (52.9 por ciento) contra 38 mil 172 (27.7).

La ecuación para Cinthya Lobato pareciera sencilla: para buscar la presidencia municipal en 2017 tendrá que ganar con solvencia la elección del presente año; en caso de que el resultado le sea adverso, su futuro político inmediato se reducirá a dos años en el congreso local y de ahí, al Triángulo de las Bermudas. Habrá que dar seguimiento al tema.

La familia está de acuerdo

Por cierto, de cara a las elecciones municipales del próximo año, entre los priistas se comenta que de ninguna manera se les puede dar por perdidos; al contrario. Nos comentan que el proyecto para suceder a Américo Zúñiga estaría en dos ex alcaldes, David Velasco y Ricardo Ahued, quienes han ganado, juntos, cinco elecciones constitucionales.

En el caso de Ahued, se trata de un empresario de prestigio y fama pública como político honesto y congruente. David Velasco, por su parte, cuenta con varios puntos positivos que lo ubican sobre otros actores políticos xalapeños.

Si hoy fueran las elecciones municipales en Xalapa, nos dicen, Velasco Chedraui podría contender con muchas probabilidades de éxito, primero, por la presencia que ha logrado mantener en la capital; segundo, por las redes que ha tejido; y tercero, por el peso de sus apellidos y su influencia en el sector empresarial. El pasado 9 de mayo, por ejemplo, el diputado organizó una reunión de personas representativas de la sociedad xalapeña para escuchar al candidato del PRI a gobernador del estado, Héctor Yunes Landa. Los nombres de quienes acudieron al llamado han provocado preocupación entre otros posibles aspirantes. @luisromero85