En esta segunda entrega, Graciela Pérez hace un recuento que va desde sus primeras incursiones en la música explorando la guitarra, el oboe y el fagot hasta el hallazgo de su verdadero instrumento, la voz. Desde las primeras clases de canto hasta su estancia, durante un mes, en la Academia Lotte Lehmann de Alemania.

Knockin On Heavens Door

Entro a la prepa, entro al taller de teatro con Jany, que era la maestra, entro a un concurso escolar, lo gano y se abre el taller de música. Me salgo de teatro para ir a música y empiezo con la guitarra, era la única mujer en el taller de guitarra con como 20 hombres alrededor y, obvio, nadie me tomaba en serio pero yo, para mis adentros, dije pues bueno, yo estoy decidida que quiero estudiar música y no me voy a salir, no me voy a regresar a danza, no me voy a ir a teatro. Ya sabes que en la prepa los niños son molestones y las niñas me decían ay, pareces marimacha pero yo simplemente dije, soy la única, pues ni modo.
Me compraron mi guitarra, me senté, me aprendí todo lo que me pusieron y logré tener el respeto del maestro y de mis compañeros. Después resultó que le parecí afinada al maestro y me puso a tocar y a cantar, cantaba piezas de rock. No tuve dificultad para hacer las dos cosas al mismo tiempo. Ésa fue mi primera buena experiencia dentro de la música.

Interpretación de sueños y de personajes

Salí de la prepa y no me dejaron estudiar en Xalapa. No pude tomar ni mi primera, ni mi segunda, ni mi tercera, ni mi cuarta opción para estudiar una carrera, estudié psicología en Veracruz pero, a la par, entré un semestre a clases de canto al IVEC, aprendí solfeo con un maestro que sigue en las andadas en México, Juan Navarro, él me hizo confirmar que era lo que me gustaba pero yo seguía haciendo teatro, tenía mi carrera, estaba becada y no podía con todo, dejé la música porque decidí apostarle a algo que ya sabía, el teatro.
Me seguí presentando con Moisés Viveros y empecé a presentarme con Carlos Vigil en el grupo Teatrando, él hacia las obras, yo estrené como cuatro obras suyas. Moisés Viveros murió y continué con Carlos Vigil. La verdad es que el teatro siempre me ha dado muchas satisfacciones, muchas satisfacciones.

Antares, cantares y avatares

Continué con la danza, estuve con Isabel Valero, una española que trabajaba en la Ópera de Ucrania. Hicimos una asociación civil de artes escénicas que se llamó Proyecto Antares, ella me daba clases de ballet y de danza contemporánea y yo me encargaba de las partes escénicas.

Graciela Pérez con Armando Mora
Graciela Pérez con Armando Mora

Hicimos un performance en el que yo cantaba cosas de Agustín Lara. Fue una buena experiencia, nos valió tener un circuito alrededor de los teatros de Veracruz.
Para entonces ya había tomado algunas clases de canto, ya había conocido al maestro Armando Mora y ya había decidido regresar a eso que había dejado, para ver qué pasaba. Mis padre se mudaron a Veracruz y la casa estaba en la misma cuadra que la Escuela Municipal de Bellas Artes (EMBA) y me inscribí. Yo llegué a la música súper, súper, súper tarde, primero bailé, después actúe y hasta lo último se me ocurrió cantar (risas).
Entré a oboe y fagot en la EMBA pero solo tomé unas clases porque al poco tiempo de que entré hubo una convocatoria para el Stabat Mater, de Pergolesi, para la Semana Santa, me acerqué a la maestra de canto que estaba en ese momento, me dijo que sí, me prepararon, hice el casting y quedé, junto con otras compañeras porque son muchas piezas, y canté con la orquesta Daniel Ayala en la iglesia de Santa Rita.
Terminé psicología, estudié la Licenciatura en Educación Artística en la Universidad Veracruzana, terminé, entré a trabajar y decidí estudiar maestría entonces ya era mucho, tuve que dejar el EMBA pero me metí a clases particulares con una maestra que venía de Suiza y empecé a estudiar repertorio francés, repertorio alemán pero ella se lo tomaba muy en serio y empecé a entrar al rigor, ahora sí al rigor pero no me rajé, me apliqué.

Opereta El empresario, de W. A. Mozart
Opereta El empresario, de W. A. Mozart

Hice audición en el Instituto Superior de Música, aquí en Xalapa, para el Diplomado de Canto y Arte Dramático y entré, estuve un año yendo y viniendo porque seguía viviendo en Veracruz. Después retomé mis clases con el maestro Armando Mora y empecé a hacer conciertos aquí, en el Teatro del Estado, en el Museo de Antropología, en el Casino Español, se vino la oportunidad de montar El empresario, de Mozart, se hizo en el Tierra Luna.
Yo siento que el arte no es de concursos, estoy un poco peleada con esa parte, yo sé que en un concurso estás mostrando el grado de perfección de tu técnica, que te conoce la gente y todo eso pero a mí me choca mucho en la cabeza una competición dentro del arte, no me termina de cuadrar, pero por tanta insistencia de mis amistades mandé un video al concurso Fanny Anitúa, de Durango, y quedé como finalista a nivel nacional. Eso me animó, dije bueno, pues a lo mejor no estoy tan peor y le metí más al estudio, me fui con el maestro Rogelio Riojas, que es el couch de Bellas Artes, otro que me hizo entrar más en cintura pero como yo nunca me rajo, pues le seguí (risas).

La scuola degli cantante

Apliqué en una convocatoria a nivel mundial para la academia Lotte Lehmann (Lotte Lehmann es una soprano muy famosa en Alemania y hay una academia a su nombre, las oficinas están en Berlín) y que quedo y que me voy.

Graciela Pérez en la Academia Lotte Lehmann (Foto Lotte Lehmann Akademie, Perleberg)
Graciela Pérez en la Academia Lotte Lehmann (Foto Lotte Lehmann Akademie, Perleberg)

Allá me reúno con gente de Rumania, de Grecia, obviamente de Alemania; había un chileno, un brasileño, un australiano, una hindú, una francesa, una suiza, éramos como 20 personas de todo el mundo.
Fue un mes de trabajo muy intenso, muy, muy duro y yo llegué muy cansada porque tú sabes que aquí en México ¿quién te apoya? Te dicen qué padre que quedaste pero ¿qué comes?, ¿qué tomas?, ¿bajo qué techo duermes?, ¿con qué viáticos te vas? Fue un peregrinar pero gracias a Dios conté con amistades que me apoyaron, conté con la confianza del Congreso del Estado, de Américo Zúñiga, del Club Rotario de Xalapa, de Arturo Bermúdez Zurita que me ha apoyado como no tienes idea, yo he visto la bondad en él, he visto el apoyo en él, he visto el impulso en él, es una persona que me ha empujado a superarme porque no solamente que me apoyó una vez. Entonces, gracias a Dios y a estas personas, pude ir.

PRIMERA PARTE: Rinconcito donde hacen sonido…

TERCERA PARTE: Desnuda y en carne viva

https://www.youtube.com/watch?v=puAfdpujL-I

CONTACTO EN FACEBOOK        CONTACTO EN G+        CONTACTO EN TWITTER