Durante la conmemoración del 22 aniversario de la muerte de Luis Donaldo Colosio, la presidenta de la Fundación que lleva el nombre del malogrado candidato, Gina Domínguez dijo: “Su legado está más vivo que nunca, es nuestra obligación llevarlo a la práctica y hacer que el servicio público sea cercano a la gente; de saber escuchar y sobre todo, de responder”.

Y uno se pregunta ¿cuál legado si como se dice coloquialmente al pobre no lo dejaron ni montar en su caballo?

Luis Donaldo no fue un estadista; tampoco un líder carismático. Fue un diligente político que gracias a sus buenos oficios logró ascender en el escalafón del sistema. Pasó a la historia como presidente nacional del PRI porque durante su mandato su partido perdió por vez primera una gubernatura y eso fue todo.

Cuando Carlos Salinas decidió que le heredaría el poder le creó una súper secretaría, la de Desarrollo Social, desde donde el sonorense tuvo oportunidad de proyectarse con el apoyo de los programas asistenciales otorgados por la misma SEDESOL.

Su designación como candidato del PRI fue muy gris y sin el boato de las de sus antecesores. Estuvo opacada por el levantamiento armado del EZLN y por el protagonismo de Manuel Camacho Solís (su rival en la carrera por la candidatura), como Comisionado para la Paz en Chiapas.

Colosio alcanzó su cenit el 6 de marzo de 1994 cuando desde la explanada del Monumento a la Revolución lanzó un obús que irritó a Carlos Salinas: “Veo un México con hambre y sed de justicia…”. Pero tras eso su campaña nunca prendió y pasó a un segundo término en las portadas de los diarios nacionales.

El 23 de marzo vino el trueno, dos balazos en Lomas Taurinas segaron su vida y el PRI se encargó de mitificarlo y de perpetuar su memoria.

Mercados, escuelas, calles y colonias llevan su nombre. Hasta en los municipios más pobres hay al menos un busto o alguna referencia a Luis Donaldo. Y qué bueno.

Pero no dejó ningún legado, al menos no un legado político.

Colosio era un hombre bueno y bien intencionado que fue asesinado de forma cobarde, pero no tuvo oportunidad de ser héroe o antihéroe porque jamás sabremos cómo hubiera sido como Presidente de la República.

Por eso no deja de sorprender la ignorancia de los políticos, principalmente los del PRI que cada 23 de marzo machacan hasta el pecado sobre el presunto legado de Colosio.

Para bien o para mal, legado el que dejaron Juárez, don Porfirio, Madero, Cárdenas  y toda la runfla de presidentes que hemos padecido: unos malos, otros peores y sólo un puñado a los que se recuerda con cierto respeto.

Para legado el que está dejando el PRI  en Veracruz. Casi 12 años de saqueo, desviación de recursos, deuda descomunal, inseguridad, secuestros y desapariciones. Casi 12 años de zozobra e incertidumbre. Casi 12 años de impunidad insolente.

Ese es el legado del PRI. Pésimo legado.

Como remate a su discurso Gina parafraseó a Colosio: “pese a nuestros detractores y a la crítica de nuestros opositores, somos orgullosamente priistas”.

En labios de Luis Donaldo, cuando este país y Veracruz no eran pero ni por asomo lo que son ahora, la frase del sonorense prendió a la multitud.

Pero en la actualidad y pronunciada por la señora Domínguez, se oyó grotesca y desvergonzada; sonó a burla descarada.

Estimado lector, primero Dios nos leeremos la próxima semana.

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