Ha pasado la etapa más crítica del vendaval político que ha significado el último de los periodistas asesinados, Rubén Espinosa (penúltimo si consideramos que días después fue ultimado un excolaborador de Telever en una cantina de Orizaba, producto del fuego de una célula criminal), y Javier Duarte de Ochoa, el gobernador de Veracruz señalado como el autor intelectual de los 12 colegas caídos durante su mandato, ha salido con fuerza a decir su verdad, a establecer su inocencia, y a señalar al crimen organizado como el que, en la mayoría de los casos, es el responsable de dichos homicidios.

En un ambiente de confrontación en que ha empezado a marcar su agenda el diputado federal panista Miguel Ángel Yunes Linares, para quien todos los males de Veracruz son producto del gobernador Javier Duarte y de quien, pese a negarlo este último, es el que maneja los principales asuntos políticos y financieros del estado, Fidel Herrera Beltrán, Duarte ha abierto un espacio en el periódico El Universal, en una entrevista que prácticamente giró en torno a los hechos violentos en que han caído comunicadores.

En el mismo espacio en que Yunes Linares lo acusó de estar liado con las bandas criminales, de haber creado un clima de terror para quienes nos dedicamos al periodismo y de haber incurrido durante su gobierno en graves casos de corrupción, el gobernador Javier Duarte de Ochoa ha respondido un muy largo cuestionario en que el periodista del diario capitalino lo orilló a hablar casi exclusivamente del caso Narvarte, de los periodistas que han sido sacrificados durante su gobierno, de las implicaciones futuras de estos hechos, de lo expresado por él en Poza Rica (interpretado como una amenaza a los periodistas locales) y de los avances en las investigaciones ministeriales para dar con los asesinos materiales.

Sus respuestas fueron reiterativas en el sentido de que ninguno de los casos presenta evidencias de que haya sido su gobierno, o él en lo personal, el interesado en las agresiones, e incluso se refirió a que, en una parte importante de los homicidios, no se identificó una vinculación entre la actividad periodística y la causa de los asesinatos.

Como lo señaló en su conferencia de prensa del pasado 31 de agosto, Duarte se mostró insistente en señalar que no tiene nada que ver. No solo lo expresó sobre el Caso Narvarte, en que perdiera la vida el fotoperiodista Rubén Espinosa, sino de los 12 que él reconoce como ocurridos en territorio veracruzano, y reiteró que ocho de esos casos fueron atraídos por la Procuraduría General de la República por existir evidencia de participación del crimen organizado.

El Caso Narvarte “no me preocupa, no me marcará”

Tras los avances en la investigación por parte de la Procuraduría capitalina, de la que dijo que no está interesada en cubrir posibles vínculos del crimen con su persona o con su gobierno puesto que depende de otro gobierno y éste ha salido de un partido distinto al suyo, señaló que, al menos políticamente, el Caso Narvarte no le preocupa ni le marcará porque él no tiene nada que ver: “Tengo problemas mucho mayores”.

La larga entrevista en ocasiones se vuelve repetitiva en los cuestionamientos. Sin embargo, Duarte aporta datos (en Veracruz hay más de 8 mil comunicadores en más de mil medios de comunicación), establece hipótesis (el Caso Narvarte tiene que ver con narcotráfico y prostitución), señala avances en la investigación cuyos resultados no llegan a Palacio de Gobierno de Xalapa, y establece que es el primer interesado en que el caso se esclarezca, de preferencia lo más pronto posible.

Señala como prueba de su inocencia la disposición propia y de la Fiscalía General del Estado en coadyuvar en las investigaciones, y considera que las acusaciones en su contra han contribuido a que la tormenta que le ha tocado enfrentar pueda catalogarse como la “tormenta perfecta”, con las condiciones económicas, sociales, de seguridad y políticas adversas. Y señala:

“Realmente el Caso Narvarte no me ocupa ni me preocupa. Primero, porque no tengo absolutamente nada que ver y estoy seguro de que la verdad, como siempre, saldrá a la luz”, y en seguida, porque dijo tener problemas mucho mayores que lo tienen con la atención puesta, como la estabilidad social, las inversiones en materia de infraestructura que requiere Veracruz, la atracción de capital privado para generar empleos y consolidar proyectos en marcha.

Se politizó el Caso Narvarte

Cuando se le pregunta si la insistencia en señalarlo como culpable tiene propósitos políticos, Duarte revira: “Evidentemente hay intereses políticos, yos soy político. Recordemos que el próximo año son las elecciones de renovación del gobierno de Veracruz y esta, evidentemente, es una oportunidad para quienes de alguna u otra manera tienen intereses políticos. Sin embargo, creo que esto se les va a revertir porque está claro que no tuve absolutamente nada que ver con el tema”.

Contra su actitud tradicionalmente reactiva ante el caso de las redes sociales, donde su figura ha sido severamente dañada políticamente, Duarte responde con mesura. Se le recuerda el hashtag que se hizo viral en Twitter, el de #FueDuarte, y señala:

“Espero que una vez que se aclaren los hechos (…) todo regrese a la normalidad y que aquellos que tuvieron una opinión, quienes hicieron este hashtag, o quienes opinan que yo tuve alguna participación en el caso, les quede claro que no tuve absolutamente nada que ver”.

Ya veremos qué ruta toman los hechos, si su gobierno se preocupará realmente en evitar que otros periodistas se sumen a la fatal cifra, si tendrá los arrestos suficientes para establecer un ambiente más democrático y de diálogo con los comunicadores, si sabrá bajar su discurso de la prepotencia con que lo ha manejado y busca establecer en lo que resta de su gobierno una política de mayor sensibilidad y compromiso con quienes, sea desde el periodismo, sea desde los movimientos sociales, ven con espíritu crítico la actuación de su gobierno.

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